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RACISMO Y MESTIZAJE y otros ensayos

Gonzalo Portocarrero Maisch

Publicado: 2016-11-02
El libro Racismo y mestizaje y otros ensayos del sociólogo peruano Gonzalo Portocarrero Maisch publicado el año 2007 es una recopilación de textos que ya habían sido presentados anteriormente como artículos individuales o como parte de un libro. Luego de su lectura, he pensado dividir esta reseña en dos partes. La primera parte, que la conforman tres subtítulos llamados: La dominación total, La cuestión racial: espejismo y realidad y Respuestas al sufrimiento en la cultura peruana fueron escritos en los años 1984 y 1990-1991. Los ensayos pertenecientes a esta parte tratan sobre “el temor y la culpa en los de arriba, y el resentimiento y el odio en los de abajo”(1); “el análisis de lo imaginario”; “identificar las valoraciones sobre el otro -el diferente- y los esquemas de interacción que le proponemos”; “la obsesión por el logro económico presentada como una respuesta del mundo popular a la marginación y el desprecio” y finalmente un interesante análisis sobre la obra póstuma del escritor peruano José María Arguedas “para pensar un concepto de mestizaje que no signifique integración forzada y mutiladora, sino apertura e intercambio”. La segunda parte reúne tres ensayos que ya había sido publicados en los años 1991, 1995 y 2004. El primero, Sacaojos: crisis social y fantasmas coloniales reconstruye y analiza el episodio que ocurrió a finales de los 80’s en el que circula “el rumor que doctores gringos ayudados por matones negros secuestran niños para sacarles los ojos”. El segundo, El fundamento invisible: función y lugar de las ideas racistas en la República Aristocrática en el que se “apunta a fundamentar la hipótesis de que el racismo científico (1850 – 1950) fue la ideología del moderno Estado oligárquico” y que “el racismo permitió que las élites pudieran consolidar un sentimiento de superioridad que las ideas liberales y democráticas amenazaban”. El tercer y último texto: Perú, el país de las memorias heridas: entre el (auto)desprecio y la amargura intenta “explorar la idea de que en el Perú los intentos por elaborar una ‘memoria feliz’ (2)  no han tenido éxito”.
Racismo y mestizaje
Breve desarrollo de cada artículo del libro. 
Primera parte

La dominación total  

En el primer ensayo de esta parte, se analiza la dominación desde el punto de vista de los dominados. Nos parece de considerable importancia que el libro empiece con este ensayo porque es necesario entender el proceso del racismo también desde el punto de vista de los que lo sufren. Como dice Jessica Benjamin:

“Una vez que se entiende la sumisión como el deseo de los dominados, tanto como su desamparada suerte, podemos esperar responder la pregunta central: ¿Cómo se ancla la dominación en los corazones de aquellos que se someten a ésta?”(3)

Para la realización de este análisis, Portocarrero utiliza el libro Basta, una colección de 23 testimonios de empleadas domésticas de la Sierra Sur, específicamente de la ciudad del Cusco. Es importante de la reflexión que hace este artículo porque “constituye una ventana abierta de donde se puede divisar aspectos esenciales de la realidad, tanto del Perú profundo como del Perú mestizo y urbano y, sobre todo, la relación entre ambos mundos”. No obstante, el tema principal es la relación -étnica y de clase-, entre los patrones y sus sirvientes del hogar en la clase media urbana y andina(4).

En Castigo sin culpa, culpa sin castigo se desarrollan los antecedentes históricos culturales de un patrón de interacción social que ya se ha mencionado: “la dominación total”. La relación entre conquistadores y conquistados, en nuestro caso, españoles e indios, es el elemento de análisis. Lo que Portocarrero pretende explicar es que “esta concentración del poder permite convertir al dominado en instrumento de la voluntad del dominador, en máquina de trabajo que explotar y en objeto en que satisfacer sus impulsos sexuales agresivos”. Utilizando textos de Bartolomé de las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda, Miguel Estete, Francisco de Xerez, Felipe Guamán Poma de Ayala, entre otros; reconstruye el escenario de la conquista del imperio Inca poniendo especial atención al encuentro entre las huestes de Pizarro y Atahualpa en la ciudad de Cajamarca(5) . Es muy sugerente el título del ensayo ya que de esta forma se podría resumir la actitud de este encuentro: por un lado, un castigo al que fueron sometidos los indios sin saber siquiera su culpa: adorar a dioses diferentes al del español y un estilo de vida distante del imaginario occidental; y por otro tenemos la culpa de los españoles, personajes que, principalmente respondiendo a su deseo de codicia, hicieron de los indígenas sus siervos (6).

En Los fantasmas de la clase media se brindan los resultados de una encuesta realizada en tres universidades que albergan a los grupos más consolidados social y económicamente en el país. La decisión del autor en hacer una encuesta surge de la necesidad de responder a un rumor que corría en los ochenta, donde se argumentaba la inminente invasión de barrios residenciales por parte de gente pobre. Esto, por ende, causó “una sensación de inseguridad [que] invade el ánimo de los sectores medios. En los barrios residenciales las ventanas se enrejan, las casas se amurallan y las calles se pueblan de “guachimanes”. La desconfianza, el asumir al otro como un potencial agresor, se convierte en la norma en el trato de los extraños”. A partir de las respuestas brindadas por los alumnos, podemos destacar que los prejuicios son generalmente más de clase que étnicos y que están fundamentados en lo estético y lo ético-cultural. Es importante compartir aquí el tema de “la utopía del blanqueamiento”, factor vigente durante el desarrollo de los resultados de la encuesta que se resume en la frase “el dinero blanquea”(7) . Además, es necesario resaltar el tema del resentimiento de la clase media, descendiente de la cultural criolla, quien mantiene un sentimiento de culpa de herencia colonial por el conflicto entre la fallida intención de asimilar al indio en el proyecto nacional y al mismo tiempo rechazar lo indígena(8).

La cuestión racial: espejismo y realidad

La realidad de los deseos es el ensayo que inaugura este capítulo. Valiéndose de apoyo en el psicoanálisis (9) se realizó una investigación que dio lugar a una publicación llamada “El Perú desde la escuela” (10). Se examinaron un total de 386 sueños de niños y niñas que tenían entre 12 y 14 años de edad y que pertenecían a sectores sociales muy diversos. Entre otras cosas, los sueños nos cuentan: hazañas, más comunes en los niños de clase media; parientes agredidos, generalmente en niñas de sectores pobres; catástrofes; viajes y paseos; la idea de ser agredido; el momento en que el cielo es el otro, donde la vivencia de agrado es la resultante del encuentro con alguien; y episodios donde el bien es el dinero. De esta forma se analiza el imagino colectivo de la muestra y se llega a la siguiente conclusión:

“El racismo está fuertemente interiorizado. Se trata de un conjunto de juicios de valor muchas veces oculto pero casi siempre presente. Pocas veces se le exterioriza pero está ahí y de vez en cuando se expresa como una incertidumbre sobre el destino del país y, con menos frecuencia, como un pesimismo total. En lo personal implica un menoscabo de la autoestima”.

La cuestión racial: espejismo y realidad muestra los resultados de una investigación realizada entre 1985 y 1990 a estudiantes de quinto de secundaria de diversos sectores sociales y en distintas regiones del país. Se les pidió a estos jóvenes dar sus impresiones sobre un par de dibujos(11) de dos personajes con características fenotípicas y sociales diferentes con el objetivo de evaluar sus consideraciones. Las conclusiones son claras: en el Perú, el personaje blanco “es asociado con la riqueza, el poder y la felicidad” mientras que al mestizo se le suele considerar como “pobre, triste y fracasado”. Los sentimientos que surgen hacia los personajes son, respectivamente, de admiración y de odio (12). Los valores de lo blanco y el resentimiento hacia éstos son parte de la idiosincrasia que se desprende de estos resultados. Finalmente, “aunque muchos grupos pueden haber cruzado el abismo étnico-cultural que fractura la sociedad peruana, es un hecho que este sigue subsistiendo y se reproduce con cada nueva generación, con el aprendizaje de que hay gente superior y otra inferior”.

Las (sin)razones de la violencia es un ensayo que no presenta resultados de encuestas o investigaciones previas pero cuyo valor destaca en responder a las causas que hemos explicado anteriormente. A partir de la reflexión del concepto del “avance de la insignificancia” de Cornelius Castoriadis (13), Portocarrero esgrime las razones por las que en la actualidad se mantienen una serie de discursos que perduran en el tiempo. Lo primero aquí es una reflexión sobre la violencia. Dice el sociólogo peruano, “la violencia es un fenómeno extremadamente complejo que encierra muchas causas”. Portocarrero la considera inherente al ser humano y por esto su trabajo pretende desligarse de esa suerte de marca que todos compartimos. Desde esta idea de no concebir la violencia como un esencialismo en el ser humano, explica las (sin)razones de la violencia (14) . Teniendo en cuenta estos argumentos, explica cómo el machismo, el discurso racista y el fundamentalismo han colaborado a esta situación. El machismo: que alienta a la impulsividad, devalúa la tolerancia y la razón, promueve el deseo como la ley, lo que a su vez destruye la sociabilidad. El discurso racista: “que autoriza la conquista violenta de pueblos soberanos como el intento de destruir su cultura e identidad” y que ha llevado a lo que Serge Gruzinski ha llamado “la colonización del imaginario”. Finalmente, el fundamentalismo: tomando la frase marxista “la violencia es la partera de la historia”, donde aquella es el instrumento per se para acelerar el progreso.

Respuestas al sufrimiento en la cultura peruana

El silencio, la queja y la acción parte desde la perspectiva del sufrimiento como parte de la condición humana. Un sufrimiento que tiene raíces antiguas y que es analizado también como un tema religioso (15). Presentando dos casos -el de Asunta y el de Fortunata- analiza formas distintas de manejar su destino. El primero es la resignación donde “sufrir es seducir a Dios para ganar su amor y compartir su gloria” y el segundo es la toma de conciencia de tener derechos. Sin embargo, ambas comparten la permanencia en la opresión y la pobreza. Del mismo modo, y para reforzar esta idea donde el sufrimiento será bien recompensado, por medio de un conocido cuento de José María Arguedas -El sueño del pongo-, explica la religiosidad andina y la idea de un dios terrible y castigador cuyos actos dadores de estas impiedades tendrán su reconocimiento después de la muerte. Para terminar, nos introduce en la poesía de César Vallejo en quien encuentra un “dolor cósmico” (16)  por medio del análisis de algunos de sus poemas y con el mismo tenor, nos demuestra esta constante en la letra de huaynos y de valses peruanos. Un último ensayo cierra esta primera parte: Las últimas reflexiones de José María Arguedas (17). Según Portocarrero -y compartimos la idea- la obra de Arguedas es muy significativa para rastrear el mestizaje de nuestra cultura respetando una tradición impostergable. El libro que le sirve para esta reflexión es El zorro de arriba y el zorro de abajo (18) . De su análisis de desprenden las ideas del cambio cultural y las formas en que lo andino sobrevive a las imposiciones occidentales; las formas en las que se demuestran la democracia, la igualdad y la fraternidad en el mundo arguediano; y la violencia (19) , que nuevamente aparece, sin dar tregua, en el contexto de su muerte, muerte por demás trágica y asignada a la desvalorización de la obra de toda su vida. Portocarrero cita a Arguedas en el “Primer diario” del libro y dice: 

"Y ahora estoy otra vez a las puertas del suicidio. Porque nuevamente me siento incapaz de luchar bien, de trabajar bien… porque quien está como yo mejor es que muera”.

SEGUNDA PARTE

Sacaojos: crisis social y fantasmas coloniales

En el contexto de la guerra interna ocasionada por el terrorismo en el Perú desde los años ochenta, entre los meses de noviembre y diciembre de 1989, empieza a surgir la creencia de los “sacaojos” en la ciudad de Lima. Es un panorama que nos muestra los temores y las angustias a las que se veían expuestos los pobladores de las clases populares (20). ¿Quiénes son los sacaojos? Son personas generalmente de nacionalidad extranjeras que van acompañas de personas de raza negra y quienes se llevan a los niños para quitarles los ojos. Además, en muchos casos, dejan dinero por los miembros extraídos. Estos personajes “vienen vestidos como doctores, tienen armas, son gringos, altos, de otros países”; raptan niños para extraerle los ojos y “también sacan la grasa, el líquido de la columna”. Para Portocarrero, los sacaojos tienen su asidero en el pisktako o nakaq (21), seres andinos que cumplían la misma función en el contexto serrano y cuya creencia está difundida en todo el país. De este modo, nuevamente, Portocarrero nos demuestra que el análisis del imaginario es un camino acertado cuando buscamos un perfil de nuestra sociedad. Somos solamente la suma de lo que creemos, “las creencias nos tienen” como decía Ortega y Gasset. El temor y la ansiedad se apoderaron de la población y en especial de las madres, quienes hicieron lo necesario para cuidar de sus hijos. El miedo a lo blanco surge nuevamente, los prejuicios hacia ellos y el odio ya demostrado párrafos arribas se mantiene incólume, y ahora el blanco también es extranjero. Nuestra mentalidad se ve atrapada por una imagen donde el diferente, el otro, es el perseguidor y nosotros las víctimas. Como decía Sartre “el infierno son los otros”.

El fundamento invisible: función y lugar de las ideas racistas en la República Aristocrática

En este ensayo Portocarrero quiere explicar el fundamento de las ideas racistas en la República Aristocrática (22) en el Perú. Durante este período, las ideas sobre el racismo y la definición del mismo están fundamentadas en el racismo científico, corriente que se desarrolló en Europa desde mediados del siglo XIX. Clemente Palma, uno de los intelectuales a favor de esta corriente toma las ideas de Le Bon, quien difunde las ideas de que las razas tiene un porvenir según su biología y que ésta es inquebrantable. La famosa tesis de Palma “El porvenir de las razas en el Perú” es un documento que nos muestra a plenitud su pensamiento. Es curioso que este intelectual, de orígenes negros, despotricara contras los negros, los chinos y los indios hasta el punto de abogar por la migración de personas de raza pura para conseguir nuestro desarrollo fundados en su superioridad genética. Durante el siglo XX se desarrollan estas y otras ideas, y nuestros intelectuales están en permanentes conflictos pues no se deciden cuál es la mejor forma de asumir a nuestros indios (23). La generación del 900, la generación del centenario, los indigenistas, los indianistas, y desde el ámbito social y político, trataron de liderar el porvenir de la población indígena, pero todas mantuvieron un sesgo paternalista y algunas veces de reconocimiento de lo milenario inca, pero de reticencia a lo indio (24).

Quiero utilizar el último ensayo Perú, el país de las memorias heridas: entre el (auto)desprecio y la amargura para cerrar esta reseña ya que permanece en mi mente como un breve resumen de lo que significa el racismo para nosotros y lo que deberíamos de tomar en cuenta para superarlo. El discurso racista se funda en convertir a los otros en un concepto que Giorgio Agamben ha llamado “homo sacer”(25). No podemos seguir convirtiendo a otros peruanos, miembros de esta colectividad que “no debe ser llorada” (26). No debemos de regresar mucho en el tiempo para recordar lo que pasó durante los años 80 en nuestro país: tras años de masacres recién caímos en la cuenta de que Sendero Luminoso estaba derramando la sangre de muchos peruanos en las alturas cuando éste llegó a Lima. Necesitamos del momento al que Alan Badiou ha denominado un “acontecimiento” para romper con el statu quo y realizar una transformación radical de nuestra realidad. Es necesario encontrar formas de discrepar a diario, pero hacerlo con ideas y argumentos y no con violencia.

El libro del sociólogo Gonzalo Portocarrero se encamina, en ese sentido, a entender los recorridos que hemos tenido que pasar para llegar a este momento. Leer a otros intelectuales que han estudiado el racismo en el Perú es igual de importante: Nelson Manrique, Cecilia Méndez, Marisol de la Cadena, Jorge Bruce, Walter Twanama, Juan Carlos Callirgos, Guillermo Nugent, etc. Para terminar esta humilde reseña, concluyo con las palabras de Jorge Basadre, citado por Portocarrero:

“Por eso la promesa de la vida atañe a la juventud para que la reviva, a los hombres de estudio en sus distintos campos para que la conviertan en plan. Toda la clave del futuro está allí: que el Perú se escape del peligro de no ser sino una charca, de volverse un páramo, o de convertirse en una fogata. Que el Perú no se pierda por la obra o la inacción de los peruanos”.
Notas

(1) Todas las comillas que pertenecen a este trabajo son citas del libro que se está reseñando a menos que se aclare lo contrario. 

Para un mayor concepto del “resentimiento” en el autor, ver: Profetas del odio. Raíces culturales y líderes de Sendero Luminoso. pp. 9, 10 y 11. (Portocarrero, 2007). 

(2) Portocarrero se refiere al concepto de “memoria feliz” de Paul Ricoeur, la cual, no es, en palabra del sociólogo peruano, “ocultar y olvidar lo triste para acordarse y celebrar momentos de esplendor, tal como lo pretenden las historias oficiales elaboradas desde la perspectiva de los victoriosos, negando o silenciando la experiencia de los otros, los derrotados” sino más bien debería ser, tomando el concepto de Emmanuel Levinas del “verdadero presente”: “un tiempo en el que el hombre encuentra en el presente con qué modificar el pasado, cómo borrarlo. (…) El alma tiene el poder de liberarse de lo que ha sido, de todo lo que la ha ligado, de todo lo que la ha comprometido, para recuperar su virginidad primera”.

(3) Jessica Benjamin, The Bonds of love, Pantheon Books, New York. P. 84. (Citado por Bruce, 2013) 

(4) Dos estudios complementarios para observar esta relación entre patrones y sirvientes y la dominación a partid de esta realidad, los encontramos en los ensayos del gran historiador peruano Alberto Flores Galindo República sin ciudadanos (1988) y La tradición autoritaria. Violencia y democracia en el Perú (1986).

(5) Para un trabajo que funge como continuación de este ensayo donde se parte del análisis de un cuadro llamado El triunfo del evangelio el cual plasma el encuentro entre Atahualpa y Pizarro ver: El relato de la providencia y la producción del siervo colonial en Profetas del odio. Raíces culturales y líderes de Sendero Luminoso (Portocarrero, op.cit. p.1).

(6) Jorge Luis Borges, al respecto, diría: “Les tocó el papel de verdugos cuando pudieron haber sido mártires”. (Citado por Hernández, 2012) .

(7) Ver: La utopía del blanqueamiento y la lucha por el mestizaje en Sombras coloniales y globalización en el Perú de hoy. (Portocarrero, editor. 2013) 

(8) Para un mejor desarrollo de la fantasía colonial y el sentimiento de culpa de la clase media, entre otros, ver: Guillermo Nugent, El laberinto de la choledad, UPC. Lima. 2012. 

(9) Dice Portocarrero: “El análisis de lo imaginario fue considerado para Freud como la vía más franca para conocer la vida interior de los individuos. Tras sus huellas puede postularse que el análisis de las fantasías más comunes es un camino directo para construir las aspiraciones y valores de un colectivo, sus modos de pensar y de sentir”.  

(10) El Perú desde la escuela. Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1989.

(11)https://www.facebook.com/207356039447540/photos/a.207551379428006.1073741827.207356039447540/580130585503415/?type=3&theater 

(12) En el Perú, este encuentro entre dos personas y sus juicios inmediatos es desarrollado por Walter Twanama y su “modelo matemático”. Ver: Cholear en Lima (1999) y Sin prójimos ni espejos (2002). La forma de nuestro racismo la resume Pablo Macera en su frase: “En el Perú todos somos Atahualpa o Pizarro, sólo depende de quien esté frente a nosotros”.

(13) Por “avance de la insignificancia”, Castoriadis explica que la crisis moderna tiene algunas características tales como: el colapso de la crítica, el pseudoconsenso generalizado, la despolitización de la sociedad, el repliegue a lo privado, la apatía o falta de ilusiones lo que ocasiona el consumismo, entre otros aspectos.

(14) Con el fin de enriquecer el tema del concepto de violencia, cito aquí algunas consideraciones. Para Slavoj Zizek “la violencia subjetiva directamente visible es parte de un triunvirato que incluye dos tipos de violencia objetiva: la violencia simbólica presente en el lenguaje y la violencia sistémica propia del funcionamiento homogeneizador de la economía y la política”; por su parte para Hannah Arendt “la violencia tiene siempre un carácter instrumental y sus implementos tienen a multiplicarla” (Hernández, ob. cit.). También es recomendable la revisión de La violencia en los Andes. Historia de un concepto (Siglo XVI-XVII) del historiador Eduardo Torres Arancivia, donde encontramos el desarrollo de este concepto y una valiosa bibliografía al respecto.

(15) Para profundizar en este rastreo del sufrimiento como concepto religioso revisar El Jesús Nazareno de Huamanga y los Cristos Peruanos. (Portocarrero, op. cit. p.1)  

(16) Portocarrero reconoce en ese “dolor cósmico” de Vallejo un “dolor por llevar la vida”. Ese tipo de sufrimiento es justamente el que caracteriza la cosmovisión andina.

(17) El autor destaca en Arguedas -y también en Alberto Flores Galindo- una especie de “esencialismo”: “[ellos fueron] quienes reclamaron que, en esta parte del mundo, la institución de la sociedad y la vida debería tener como una de sus raíces lo arcaico, el arché de la tradición, los milenios de historia que se ven solo como pasado pero que permanecen en nuestra inconsciente y afloran en el oído, como música propia, y en la mirada, como entraña hecha anteojo”. (Portocarrero, op. cit. p.1)

(18) Esta novela es la última que escribió Arguedas. Fue publicada de forma póstuma y no es sólo un documento literario sino también es una suerte de testamento ya que los sentimientos previos a su deceso son plasmados en forma de diarios.

(19) Este gran escritor peruano, después de algunos intentos fallidos, se suicidó en 1969, atormentado por una depresión que ya le había causado muchos estragos. Arguedas había perdido todas las esperanzas. Decía Ciorán “lo que separa a los melancólicos del suicidio es fabular esperanzas con qué entretener un desengaño radical”

(20) Baruch Espinoza dice que “el temor es una tristeza inconstante nacida de la idea de una cosa futura o pasada de cuyo resultado dudamos de alguna manera”. (Citado por Portocarrero, 2007) 

(21) Efraín Morote en su obra El nakaq nos dice que tiene “los cabellos y la barba largos y ensortijados, casi del mismo color del rostro. Tiene, pendiente de un cinturón ancho y fuerte, un afilado cuchillo de larga hoja. Espera a los viajeros nocturnos, a los transeúntes o a quien desacierte pasar por debajo de las naves o arcos de los puentes o los recodos de los caminos. (…) les sustrae la grasa del organismo, y los restos los hace desaparecer… sin dejar huella”.

(22) Este término es acuñado por el historiador peruano Jorge Basadre y se refiere a la etapa entre los años 1895 y 1919. A pesar que Portocarrero menciona a la República Aristocrática en el título, su ensayo toma un tiempo más prolongado: desde 1895 hasta 1968, tiempo del Estado Oligárquico.

(23) Al respecto, ver: El racismo silencioso y la superioridad de los intelectuales en el Perú de Marisol de la Cadena.  

(24) Ver: Incas sí, indios no: apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú de Cecilia Méndez.

(25) Agamben toma este concepto romano para denominar a las personas que nos parecen sin derechos.

(26) Judith Butler dice: “Las distintas formas de racismo, instituido y activo al nivel de la percepción, tienden a producir versiones icónicas de unas poblaciones eminentemente dignas de ser lloradas y de oras cuya pérdida no constituye una pérdida como tal al no ser objeto de duelo”. (Citado por Bruce, op. cit. p.2)


Escrito por

Juan José

"Discrepar es una forma de aproximarnos"


Publicado en

Racismos

Con las esperanza de hacer pensar un poco en nuestras diferencias